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Confusión en la morgue del Materno Infantil Petare: Fallece bebé y le entregan el cuerpo a otra familia que le dio sepultura

Todo un entramado de situaciones no claras se cierne sobre el fallecimiento del bebé de los esposos Velásquez Rivera quienes, además de vivir el terrible dolor de perder a su segundo hijo, ahora no pueden «llorarlo, velarlo y enterrarlo», toda vez que en la morgue del Hospital Materno Infantil de Petare confundieron al menor y lo entregaron a otra familia que le dio sepultura.

Yingerlin Betania Rivera Codallo, 24 años de edad, es la protagonista directa de este caso. Ella contó a Noticiaypunto.com que el pasado 18 de octubre ingresó de emergencia al referido centro asistencial capitalino, tras presentar problemas de tensión alta.

Dice que, inmediato a su ingreso, le realizaron un ecograma y luego una cesárea de emergencia, debido al cuadro de preeclampsia que presentó para el momento y al llegar a las semana 34 de gestación.

«Me preparan y llaman a la neonatóloga para que hablara conmigo y con mi esposo (…), me dijo que ella no se hacía responsable a que mi bebé viniera con alguna insuficiencia respiratoria, que no tenían incubadora y no tenía personal además, pero que no me podía ir de allí porque ya había ingresado a ese hospital», dijo.

Relata que ciertamente la dejan hospitalizada y hacen firmar a su esposo, Jhonayker Velásquez, un «papel». Acto seguido la pasan a sala de parto y exactamente a las 8:57 de la noche, de ese 18 de octubre 2022, nació su bebé cuyo llanto, según Yingerlin, era «fuerte».

«Escuchas a tu bebé llorar, me pregunta la doctora que me saca mi bebé y yo le digo sí, lo estoy escuchando. Yo levanto la cabeza y veo la espaldita de mi bebé, un bebé blaquito, rosadito con el cabello negrito y me dicen «no levantes la cabeza que te va a doler», describió.


La entrevistada dice haber preguntado, incluso, el peso de su pequeño hijo, al tiempo que la neonatóloga, de nombre Nelly Méndez,  le respondió a viva voz  «dos kilos 600».

«Mi mamá – Evelyn Codallo -, después me cuenta que la llaman para reconocer al bebé. Ella dice que cuando pasa a ver al bebé la neonatóloga estaba por otro lado y sale la doctora que me estaba haciendo la cesárea y una enfermera, mientras esperaban a la neonatóloga y mientras mi bebé estaba llora y llora, osea los primeros auxilios nunca se le dieron si en dado caso de que mi bebé necesitara ayuda», recordó.

De acuerdo al testimonio de la abuela materna, contado esta vez por Yingerlin Betania, la facultativa presente le habría certificado a Evelyn Codallo que quien lloraba «era su nieto», situación que la alertó, pues ante el diagnóstico de dificultad cardíaca no entendía cómo el infante lloraba de esa manera.

«Mi mamá espera, con su gran paciencia, a la neonatóloga que viene de otra sala, se sienta y todavía mi bebé llorando y le dice ¿escuchas a ese bebé?, es el de tu hija. Le explicó todo a mi mamá, entra y saca al bebé guindado como si fuese un pollito», precisó.

Yingerlin Betania asegura que al ver a la criatura, la señora Evelyn Codallo se impresiona, «el que le enseñan era muy, pero muy negrito, oscuro, de piel morena». Ante esto la especialista Lennys Méndez alega que en estos casos los recién nacidos «se ponen morados».

Igualmente rememora que en plena sala de recuperación la neonatóloga tratante entró par veces y que ella, preocupada por la salud de su hijo, en las dos oportunidades le preguntó la valoración médica del recién nacido.

«Me decía tú crees que porque tu bebé me vea, tu bebé se va a mejorar. Así pasé toda la noche, en ningún momento pierdo el conocimiento y en ningún momento me quedo dormida», señaló.

La muerte…

A las 5 y 20 de la mañana, ya el 19 de octubre 2022, la neonatóloga Lennys Méndez entró a la sala de espera y da la noticia «tu bebé falleció (…), le digo wao doctora y yo me ligué, ella se impresiona y me mira con una cara de qué te puedo decir».

Yingerlin Betania se levantó de la camilla con el quebranto físico que normalmente produce la cesárea. En este punto, sin duda, necesitaba asistencia y por ello le buscan una silla de ruedas en la cual es trasladada hasta el retén del hospital donde la esperan su esposo y su mamá.

«Cuando entramos al retén me dicen que ese que está allá es tu hijo, no tenía ninguna identificación. Me sacan al bebé, me lo ponen en los brazos, yo empecé a llorar, abracé a mi bebé, igual mi esposo y mi mamá», indicó.

Nuevamente la abuela Evelyn Codallo, contrariada pregunta por el «bebé negrito» que la neonatologa le enseñó la noche anterior, respondiendo «ese es, lo que pasa es que él cambia de color».

En medio del duelo, surge otra interrogante de parte de la médico tratante sobre si le darían o no cristiana sepultura al pequeño Velásquez Rivera.

«Nosotros le decimos que sí lo vamos a enterrar y ella dice – la neonatóloga -, bueno entonces tienen que salir porque yo tengo que envolverlo y llevarlo a la morgue. Nosotros salimos, yo me agravé de salud, pero mi esposo se quedó y ve que ella vuelve a meter al bebé en la incubadora, no entendimos por qué», puntualizó.

El 20 de octubre de 2022, el padre del bebé fallecido, retornó al hospital para solicitar el acta de nacimiento que fue redactada por el médico que se encontraba de guardia ese día.

«Había un proceso y todo un problema porque no estaban las huellas de mi bebé vivo en el papel (…); me informan que no le tomaron las huellas a mi bebé cuando nació y ahora hay que agarrarlas fallecido, yo les digo que lo hagan así porque yo lo que quiero es enterrar a mi bebé y ya. Y así fue, según fueron a la morgue y colocaron las huellitas de mi bebé», agregó.

En la mañana del  21 de octubre de 2022, con las actas de nacimiento y defunción en mano y con el lugar donde enterrarían a su hijo, el matrimonio Velásquez Rivera, como era de esperarse, tenían previsto retirar el cuerpecito en la morgue del Hospital Materno Infantil de Petare.

Un verdadero calvario

«Nos llevamos la lamentable sorpresa de que en la morgue no había ningún bebé con mi nombre, no estaba mi bebé por ningún lado, mi esposo se puso mal, empezó a llorar y le querían dar un bebé que había nacido el primero de octubre, eso fue un desastre», apuntó.

Es aquí cuando los Velásquez Rivera determinan formular la denuncia formal del caso y acuden a la sede del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de El Llanito; «nos toman los datos y nos dicen quédense aquí que nosotros vamos para allá a confirmar esto».

Los funcionarios se dirigieron al hospital en cuestión y retornan con un «papel» contentivo de un número telefónico de «un papá» y de «una funeraria».

Así pues, le recomendaron a la pareja que se comunicaran con la familia a quienes, al parecer, en la morgue les fue entregado el cuerpo inerte del bebé Velásquez Rivera.

«Decidimos no ponernos en contacto con nadie y acudimos al Ministerio Público pero nos atendieron por la hora. Al otro día fuimos nuevamente y nos dijeron que en el CICPC debían habernos entregado una constancia», añadió.

Yingerlin y su esposo Jhonayker, por segunda vez consecutiva, asisten al CICPC de El Llanito en busca de respuestas «cuando llegamos allá estaba una familia con un funcionario que ellos según conocen (…), hubo una confusión entre cadáveres porque parece ser que los dos bebés tenían el mismo nombre».

La confusión de este caso llegó al límite, afirmó, cuando en el hospital les proponen a ambas familias de los bebés fallecidos y entregados por error «un intercambio de funerarias, es decir, que la funeraria fuera allá donde enterraron a ese bebé, lo sacaran y me lo dieran a mí y el bebé que estaba en la morgue, se lo llevaran ellos, porque ese sí era el de la otra familia».

«A quién voy a llorar yo, que desespero», reflexiona con tristeza Yingerlin Betania Rivero Codallo que, finalmente, este 24 de octubre redactó su versión de los hechos antes expuestos; escrito que fue dirigido a la Fiscal Superior del Ministerio Público, Gladys Díaz.

Carolina Valbuena

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