Sucesos

Asesinó a dos adolescentes y estuvo en sus velorios para «apoyar» a las familias de las víctimas  

El 26 de abril de 2021 un hombre de 33 años asesinó a dos adolescentes en la zona sur del Táchira: Karla Sánchez, de 16 años, y Ender Castillo, de 15. Días después fue detenido. Lo condenaron a más de 25 años de prisión

Ha pasado más de un año desde aquella fatídica mañana. Perder de un momento a otro a una hija o a un hijo es una de las pruebas más difíciles que un padre y una madre pueden afrontar, y más cuando se trata de un vil asesinato. Reflexiono esto, mientras me adentro a una vía rural del sector Recta de Ayarí, rumbo a La Azulita, en la zona sur del Táchira, en busca de la casa de los Sánchez Ramírez.

Una vida luminosa, plena de risas y sueños, no escapa de los tentáculos del odio, entretejidos con los más oscuros sentimientos. La maldad acecha, a menudo, disfrazada de amistad.

Zigzagueo para no caer en un bache, en medio de pastos reverdecidos por la lluvia de los últimos días. El cielo está algo nublado. Pienso en Karla y en Énder, y en las tantas veces que surcaron esta vía, en sus idas y venidas del liceo.

Al cabo me encuentro con la bienvenida cordial por parte de los padres y hermanos de la muchachita de 16 años, quien junto con su amigo de 15, fueron víctimas de una obsesión asesina, como aquella que ha segado la vida de tantas mujeres a nivel nacional.

Vamos sobrellevando el dolor    

—Hemos ido llevando, poco a poco, el dolor. Acostumbrándonos a vivir con esa punzada en el pecho. Dando gracias a Dios por darnos la fortaleza para superar tan terrible tragedia; un hecho tan atroz, que nadie quisiera vivir, y que desafortunadamente nos tocó a nosotros. Era una muchacha tranquila, soñadora, muy querida por todos. Tenía un talento impresionante. Merece todos los méritos que como ser humano se le puedan dar—comenta Gerson Vicente Sánchez Ramírez, hermano de Karla.

El señor Vicente, padre de la adolescente, con serenidad, le agradece a la vida por los 16 años que compartió con su hija. Resaltó su talento, su alegría.

—Aferrados a Dios, nos hemos acostumbrado a la ausencia de nuestra hija. A veces nos llega la nostalgia, los recuerdos, pero sabemos que debemos seguir adelante; y ella en ese camino en como un faro, con su sonrisa e inocencia.

Por su parte, la señora Lucinda, sin poder contener las lágrimas, habla de este tiempo sin su hija, de lo que ella significaba para ellos. De cómo ha seguido adelante gracias al amor de su esposo y de sus cuatro hijos y sus nietos.

—Desde que ocurrió aquella tragedia que jamás pensamos vivir, ha sido duro, pero gracias a Dios y al amor y apoyo de mis otros cuatro hijos y mis cuatro nietos, hemos salido adelante. Ella era alegría, era la consentida de todos. Era mi compañera y siempre la llevo en mi corazón, todos los días…—suspira Lucinda, teniendo como fondo una Torre Eiffel que Karla había pintado en una de las paredes de su habitación.

Agradecen a las autoridades, a los detectives del CICPC por haber capturado en 17 días al asesino. También les dan las gracias a los medios de comunicación por visibilizar el hecho, por recordar a Karlita y a Ender como lo que eran, dos jóvenes alegres que querían salir adelante.

Apagaron su voz ese lunes de abril

Diez de la mañana del lunes 26 de abril de 2021. Lucinda Ramírez le pidió a su hija menor, identificada como Karla Luzbey Sánchez Ramírez, que fuese a donde un vecino a hacerle un mandado. La jovencita le dijo que no tenía ganas de ir, que fuese ella con su tía.

Al cabo de unos segundos, la señora Lucinda le dijo que estaba bien y junto con su hermana salió de la casa. La adolescente, de 16 años, se quedó sentada en el patio frontal de la vivienda. Fue la última vez que la vieron con vida.

Pasaron unos veinte minutos. La señora Lucinda salió de la casa del vecino, ubicada a unos 40 metros, y observó que frente a la suya pasaba algo. Entonces, aceleró sus pasos.

Su corazón se crispó de terror cuando vio que alguien yacía en medio de la carretera. A los pocos instantes, descubrió con horror que se trataba de su hija Karla. Corrió hacia ella, gritando. La muchacha agonizaba.

Unos metros más allá, junto a la cerca de la casa, estaba tendido sobre la grama Énder Alexánder Castillo Prieto, de 15 años, un amigo de su hija y la familia, al lado de su bicicleta, presentando varias heridas, ya sin signos vitales.

Presa de la desesperación, la señora Lucinda salió gritando en dirección a la finca, en donde su marido se encontraba trabajando. Cuenta Vicente Sánchez, el papá de Karla, que escuchó el bullicio y el nombre de su hija, por lo que salió a toda velocidad hacia su hogar.

Entonces se encontró con la peor escena que jamás se habría imaginado presenciar. A partir de ese momento, el dolor más profundo, la desolación y la impotencia se adueñaron de la familia Sánchez Ramírez.

Karla Luzbey era la alegría de la casa, pues todo el día se lo pasaba cantando. Tenía la piel blanca, el cabello largo, y la figura delgada y esbelta. Soñaba con conocer la Torre Eiffel, estudiar música, prepararse en el mundo del modelaje, y también con obtener un título universitario. En ese particular, sus aspiraciones profesionales se debatían entre la Psicología y la Pediatría.

De acuerdo con su familia, era una adolescente soñadora, muy dada a los demás, algo ingenua, cuya terrible muerte aún les parece una pesadilla, un hecho inesperado y cruel que los mantiene como en un limbo, en donde son conscientes de que ya no está, pero, aun así, esperan escuchar de nuevo su voz, sentir su presencia alegre y vivaz por la casa.

El fatídico hecho fue perpetrado en el sector Los Cruceros, jurisdicción del municipio Fernández Feo, en un doble crimen sin precedentes en la zona, por lo brutal y por tratarse de dos adolescentes, que causó conmoción y dolor en los habitantes del sur del Táchira.

Tras ser puestos al tanto del doble crimen, una comisión de la Policía del estado Táchira –Politáchira- de la Coordinación Sur, con sede en San Rafael de El Piñal, arribó a la escena del doble crimen, con el fin de confirmar la información.

Tiempo después, una comisión de la Brigada Contra Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas –CICPC- de la subdelegación San Cristóbal procedió con las experticias de rigor.

Posteriormente, llevaron a cabo el levantamiento de los cadáveres, los cuales fueron trasladados a la morgue del Hospital Central de San Cristóbal, para las respectivas autopsias.

Las pesquisas

El informe forense confirmaba que las víctimas presentaban múltiples heridas propinadas con arma blanca. La muchacha sufrió tres heridas, en tanto que en el joven se localizaron 34, lo que era una muestra del ensañamiento con que fue atacado.

Trascendió que la madre de la menor dijo que cuando llegaba a su casa observó un cuerpo en el piso y a un hombre que corría hacia la zona boscosa. Esa era la única pista con que contaban los detectives, en esas primeras indagaciones.

Cuatro días después del hecho, sentados en el patio en donde Lucinda vio a Karla con vida por última vez, la familia comentaba al equipo de Diario La Nación que no salía de su asombro por lo ocurrido; a todos les parecía mentira, un sueño, un vacío imposible de describir con palabras.

Los padres de la chica relataban que Karla fue concebida pensando en que los acompañara cuando sus otros hijos, los grandes, se fueran de casa. «Vanessa, que era entonces la más pequeña, tenía nueve años, por lo que pensamos en que era oportuno tener otro hijo, para que estuviera con nosotros cuando ellos se fueran; entonces nació Karlita», contó entonces la madre de la joven asesinada.

Karla Luzbey Sánchez Ramírez nació el 19 de octubre de 2004, en el Centro de Diagnóstico Integral de San Rafael de El Piñal. Era la menor de cinco hermanos. Estudió el preescolar y la primaria en la escuela María Alejandrina Hernández de Soto, ubicada a pocos metros de su casa.

Estaba estudiando 5° año de bachillerato en la Unidad Educativa “Rufino Blanco Fombona”, de la Recta de Ayarí. Desde pequeña, se dio a conocer en el ámbito educativo por su talento para el canto y el modelaje. De hecho, en el mes de diciembre de 2020 se presentó en un evento de modelaje llevado a cabo en San Rafael de El Piñal, en donde interpretó una canción de Selena y otra de la Quinta Estación.

—Ella quería comenzar ese año en la academia de modelaje de El Piñal; de hecho, un hermano que está en Perú había dicho que la iba a ayudar; pero, lamentablemente, le arrebataron la vida de esa manera tan cruel, que no la dejaron cumplir ese sueño, ni los demás, lo que ella tanto anhelaba— precisó en aquel momento su hermana Vanessa.

Entre tanto, las investigaciones parecían encangrejarse. Sin embargo, la actitud extraña de un vecino de la familia de Karla despejó el rumbo a los detectives.

Vale comentar que debido a la gravedad del hecho y la consternación que había causado, el mismo director del CICPC en el estado Táchira, comisario Wilmer Uribe Guerrero, se puso al frente de las pesquisas, junto al comisario Carlos Rodríguez, supervisor de delegación.

A ellos se sumaron los inspectores Danny Abreu y Freddy Ramírez, jefes del Eje Contra Homicidios, además de veinte funcionarios más.

Como parte del trabajo de campo, los detectives inspeccionaron los potreros cercanos a la casa de los Sánchez Ramírez, encontrando rastros que no habían visto antes, los cuales conducían a una casa vecina. Se trataba de la residencia de Juan Rengifo, un vecino colaborador, que cuando llegaba la policía era el primero en presentarse para cooperar con las comisiones.

En este sentido, las experticias de que fue objeto el celular de la estudiante fallecida permitieron descubrir que recibía mensajes de texto por parte de la esposa de Juan, como amiga. Luego los detectives establecieron que algunos de estos mensajes no habían sido escritos por la mujer, sino por su esposo.

Finalmente, se determinó que el supuesto amigo de la familia Sánchez Ramírez le habría propuesto a la adolescente en varias oportunidades que tuvieran un romance, pero esta lo rechazaba de manera categórica. Cegado por los celos y la rabia, esa mañana de abril de 2021 comete uno de los perores crímenes registrados contra menores de edad en la entidad andina, atormentado por una obsesión amorosa no correspondida.

Cuando lo presentaron ante el tribunal, terminó por admitir los hechos. Los funcionarios presentaron pruebas contundentes, entre ellas dos armas blancas, tipo cuchillo, y las ropas ensangrentadas del sospechoso.

El asesino “los apoyó” en el velorio y las exequias

Vanessa Sánchez Ramírez, hermana de la adolescente ultimada, comentó que cuando las comisiones del Eje Contra Homicidios del CICPC delegación Táchira detuvieron a J.J. Rengifo López, de 33 años de edad, como el presunto homicida, quedaron asombrados y sin palabras.

«Nos quedamos atónitos y desconcertados al saber que fue él quien asesinó a los muchachos. Él trabajaba en la misma finca que papá; era un vecino muy cercano, compartía con nosotros. Era, supuestamente, amigo de la familia. Luego del crimen, él se hizo presente, fingió ayudar a mis padres, consolarlos; incluso fingió auxiliar a Karlita y a Énder, para reanimarlos, y le decía a Énder: “Tú puedes, tú puedes”.

Indica Vanessa además que, en los días siguientes al hecho, el presunto homicida se mostró solícito y colaborador, apoyando a la familia en todo. Cuenta que ellos lo atendieron como siempre. Muchas veces comió con ellos, mostrándose triste, pues según decía, “Karla era su vecina favorita”.

“Él estuvo en la casa. Comió, bebió, se le atendió con cariño. Pero no nos arrepentimos, pues el Señor conoce nuestros corazones y Él recompensa. La recompensa viene de manos de Dios”, subraya Vanessa Sánchez.

Condenado a 25 años de prisión

Juan José Rengifo López fue condenado a cumplir una sentencia de poco más de 25 años de prisión. La fiscalía fijó como sitio de reclusión el Centro Penitenciario de Occidente –CPO-, ubicado en Santa Ana del Táchira, jurisdicción del municipio Córdoba.

Rengifo López fue acusado por el Ministerio Público de femicidio agravado y homicidio intencional calificado por motivos fútiles e innobles, delitos que admitió al ser presentado en audiencia ante el Tribunal Primero de Control del Circuito Penal del estado Táchira, acto que se cumplió durante la segunda semana de julio, por lo que de inmediato se dictó la sentencia.

«Le pedimos a Dios que lo perdone»

«En nuestros corazones debería reinar el rencor; pero gracias al Señor, no lo hay. No tenemos odio contra él. Y le pedimos al Señor que, si se arrepiente, lo perdone, pues él también es un ser humano. Porque, aunque nos duela su partida física, sabemos que Karlita está con Cristo Jesús: por su humildad, sencillez, por la persona que fue en esta tierra. Y como le gustaba cantar, sabemos que estará cantando como siempre, pero ahora en el coro del Altísimo», subrayó Lucinda, la madre de la víctima. La Nación Táchira

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