Oliveros: Obligaciones fiscales deja a las empresas en Venezuela sin bolívares

El economista y socio-director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, advirtió este miércoles que en las mesas corporativas no bancarias el tipo de cambio se cotiza a una tasa inferior a la paralela e incluso a la del Banco Central, pues las empresas se han quedado sin bolívares para el pago de sus obligaciones fiscales, en medio de una severa política de ajustes y de dolarización de la economía.
Oliveros explicó que las mesas de cambio corporativas manejan un tipo de cambio por debajo -incluso- del marcador con el que cerró este 26 de enero, el Banco Central de Venezuela (BCV), cuya cifra se mantiene a la baja en 4,5 Bs.
«No se consiguen bolívares en cantidades significativas que las empresas necesitan para pagar obligaciones fiscales», escribió en su cuenta Twitter.
Aunado a un coeficiente de encaje legal de 85% que ha reducido severamente la cartera crediticia a menos de un punto del Producto Interno Bruto (PIB), el Ejecutivo ha dejado «de gastar en bolívares para gastar en dólares», según dijo Oliveros en una entrevista concedida a El Cooperante el 24 de enero.
Además, el gobierno ha endurecido su disciplina fiscal reduciendo considerablemente la monetización del déficit por parte del Banco Central.
Según las cifras aportadas por Oliveros a esta redacción, el déficit del gobierno pasó de oscilar entre 20 y 25 puntos del Producto Interno Bruto, a 5 o 7 puntos; sin embargo agregó que a la fecha no se manejan datos exactos.
Para Oliveros, el gobierno ha hecho reducir la economía en bolívares a través de los dólares, situación que a su juicio afecta principalmente a la banca, ya que sigue trabajando en bolívares el grueso de su actividad.
Los venezolanos han adoptado en los últimos años la compra de divisas como activo refugio frente a la pérdida de las funciones elementales del bolívar: unidad de cuenta, reserva de valor y medio de pago.
Desde que se agudizó la crisis económica, Nicolás Maduro giró hacia una política ortodoxa y permitió el uso del dólar como «válvula de escape» a un entorno hiperinflacionario y altamente recesivo.
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