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El caso que estremeció a Paraguay entero: “El niño árbol”, asesinado de una patada en la nuca (Fotos)

Un caso que me hizo erizar la piel varias veces mientras lo escribía, un pequeño de sólo 7 años que fue encontrado muerto, atado a una silla sobre la copa de un árbol de mango, con un trasfondo sin precedentes que paralizó un país entero.

Eric era un niño inocente, inquieto y juguetón, incapaz de hacer daño ni siquiera a una mosca. Vivía en el B° Kennedy de Lambaré y un 28 de agosto de 1996 se encontraba jugando con sus primitos y vecinitos hasta que simplemente desapareció como por arte de magia.

El niño había quedado en esa ocasión al cuidado de su tía Maria Bernardina Benítez, porque sus familiares viajaron al interior del país por cuestiones laborales. Cuando estos llegaron, se encontraron con la desesperante noticia de la desaparición de Eric y el barrio se movilizó.

Una incertidumbre total se vivía en el barrio, el día se convirtió en noche hasta culminar una de las largas jornadas de búsqueda que esperaban a esta historia, por aquel entonces los padres del desaparecido no sabían que ese era solo el inicio del peor momento de sus vidas.

Los días consecutivos eran de presunciones, conjeturas y aunque parezca poco creíble, una de las hipótesis más fuertes era que el niño había sido secuestrado por una secta satánica para rituales oscuros. En aquella época el modismo del satanismo se imponía fuerte en los jóvenes.

Inclusive los propios padres de Eric tomaron esta hipótesis como algo serio, donde se presumía que supuestamente un grupo de adoradores del oscurantismo, habían raptado a Eric para usarlo como un sacrificio humano el 7 de septiembre, día utilizado para honrar con sacrificios.

El hallazgo

El día viernes 6 de septiembre ocurrió algo que cambió todo, una niña de 12 años que fue a buscar yuyos para el tereré, observó en un árbol un jugoso mango, por lo que comenzó a arrojarle piedras para bajarlo y allí fue cuando observó una imagen que jamás olvidará.

En la copa del árbol vio la imagen de Eric, lo reconoció por sus calzados y su buzo, creyendo que el espíritu del niño se le había presentado reposando en una silla, entre las ramas de aquél mango, comenzó a gritar del miedo llamando a los vecinos para observar aquella imágen.

El terror se adueñó de todos cuando descubrieron que aquella imagen era parte de la terrible realidad, el cuerpo sin vida de Eric, estaba atado a una silla de plástico que a su vez estaba amarrada a las ramas del árbol de mango, en avanzado estado de descomposición.

Resulta difícil trasladar a palabras la escena de un grupo de personas invadidas por sensaciones que uno jamás desea experimentar, el terror, la angustia, el dolor, la desesperación, la ira y el deseo que esa realidad sólo sea parte de una pesadilla indeseable.

Por el estado del cuerpo en un principio no se pudo determinar cuál fue la causa de muerte, pero luego de la autopsia se determinó que un golpe secó lo había desnucado, así fue como un abanico de hipótesis de lo que habría pasado comenzaron a desplegarse en todo el barrio.

El cuerpo había estado sin vida casi el mismo tiempo en el que Eric desapareció por completo. En un primer momento señalaron como principal sospechoso al hermano del niño, que estuvo preso por varios días, pero luego se comprobó que el mismo estuvo de viaje con sus padres.

Fue así como luego las sospechas comenzaron a caer sobre quienes lo cuidaban, su tía y primos en la ocasión. Ante la tremenda presión de lo ocurrido, el primo de Eric llamado José Félix Quintana Benítez, confesó una situación que cambió por completo el rumbo de la investigación.

La confesión

José Quintana Benítez tenía 20 años y era practicante de Karate en aquel entonces, residía en la casa de su mamá Maria Bernardina Benítez, quien había quedado a cargo de Eric como era normal cuando sus padres no estaban. El día que el niño desapareció José estaba en su cuarto.

Había dejado la puerta abierta y Eric ingresó sin pedir permiso, esto lo molestó en demasía a José, quien le propinó una patada de arte marcial al niño a la altura de la cabeza, haciendo que caiga contra un mueble y termine desnucado, perdiendo la vida al instante.

Desesperado, José Félix escondió el cuerpo debajo de su cama, hasta que fue descubierto por su hermanastra Teresa Quintana Lezcano, de 28 años, quien por su parte le contó lo que pasó a su madrastra y a la vez madre del muchacho, María Bernardina Benítez de Quintana.

Para ganar tiempo mientras pensaban cómo salir de semejante situación, los tres miembros de la familia Benítez Quintana, escondieron el cadáver de Eric en un congelador, para evitar de esa manera que el cadáver emitiera olor nauseabundo.

Luego de eso José Félix Quintana en coordinación con su madre y hermanastra, amarró el cuerpo de Eric a una silla, subió al techo que se conectaba con la copa del árbol de mango y con nudos de una soga lo adhirió a la copa del mismo escondido entre las grandes ramificaciones.

Luego de confesar todo, José Félix casi fue linchado por los vecinos mientras hacía una reconstrucción de su relato frente a todos. Antes del llegar al juicio se arrepintió de confesar y cambió su versión a la de que los policías lo habían presionado, diciendo que no era verdad.

Se comprobó que la confesión primera de José Feliz era la real, mató al niño al parecer de manera involuntaria y planeó junto a su familia un encubrimiento macabro y cobarde, siendo todos cómplices y José Félix condenado por el hecho de asesinato, encubrimiento y complicidad.

Justicia injusta

La justicia en esa época era tan ineficiente que el juez actuaba como fiscal, es decir fue el mismo que presentó los cargos es el que los terminó juzgando, al entender de todos, de una pésima manera, sentenciando condenas irracionales en comparación al terrible hecho.

María Bernardina Benítez de Quintana y  Teresa Bienvenida Quintana Lezcano, fueron encarceladas por orden del entonces juez Alcides Corbeta. Luego de pasar 10 meses recluidas en el Buen Pastor, las dos mujeres salieron libres el 4 de julio de 1997.

José Félix Quintana, en tanto, fue condenado a cinco años por homicidio culposo. El juicio terminó recién el 28 de febrero de 2000 y el 27 de noviembre de ese mismo año el joven abandonó la cárcel de Tacumbú bajo libertad condicional. El final de esto no termina acá…

Reinsertado a la sociedad, José Félix consiguió trabajo en la entonces Secretaría del Ambiente. El 13 de marzo de 2005, el responsable de la muerte de Eric Astorga murió al ser tragado por el río Paraná, en la zona de Ayolas, mientras hacía una patrulla en una precaria lancha.

Eric Astorga perdió la vida cuando tenía tan sólo 7 años, fue víctima de quizás un homicidio sin intención, pero la cobardía, el terror y el cinismo que habitaba en el alma de sus propios familiares, hicieron que se vaya de este mundo de una manera terrible e imperdonable.

Agencia

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