Política

El recuento parcial tras legislativas en Georgia confirma la victoria del oficialismo

La Comisión Electoral de Georgia, un país del Cáucaso, confirmó el jueves la victoria del partido oficialista en las últimas legislativas, después de que la oposición proeuropea afirmara que el voto fue «robado», desatando críticas internacionales.

La Comisión Electoral Central declaró a AFP que el recuento en cerca del 12% de los colegios electorales y del 14% de las papeletas «no conlleva un cambio significativo en los resultados oficiales ya anunciados» tras los comicios del sábado.

«El recuento definitivo sólo cambió ligeramente en cerca del 9% de los recintos» donde hubo un nuevo recuento, agregó el organismo de este país de casi cuatro millones de habitantes. 

El partido Sueño Georgiano, en el poder desde 2012, ganó las elecciones legislativas en esta exrepública soviética del Cáucaso, pero la oposición no reconoce los resultados. 

Antes del recuento, la Comisión Electoral había anunciado que Sueño Georgiano obtuvo cerca del 53,92% de los votos y la oposición un 37,78% de los sufragios.

La presidenta del país, Salomé Zurabishvili, de tendencia prooccidental y enfrentada al gobierno, afirmó que en las elecciones se usaron métodos de fraude «sofisticados», similares, según ella, a los utilizados en Rusia. 

La Fiscalía abrió el miércoles una investigación por «presunta falsificación» de las elecciones y convocó a la presidenta, que no compareció. 

Los observadores internacionales señalaron irregularidades durante los comicios y la Unión Europea pidió investigar estas denuncias. 

Estas elecciones fueron percibidas como un pulso sobre las aspiraciones de Georgia de unirse a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). 

El partido Sueño Georgiano afirma que busca adherirse a estos bloques, pero sus críticos lo acusan de una deriva autoritaria y de mantener posiciones cercanas a Rusia.

Manifestaciones

El objetivo de unirse a la UE y a la OTAN está inscrito en la Constitución de Georgia, situada a orillas del mar Negro.

El país mantuvo tensas relaciones con la UE en los últimos meses, sobre todo después de que el Parlamento aprobara en mayo una ley sobre la «influencia extranjera», similar a la que Rusia usa para silenciar a la sociedad civil.

Bruselas congeló el proceso de adhesión a la UE tras la promulgación de esa ley y Washington, a su vez, adoptó sanciones contra algunos funcionarios por su «brutal represión» de las manifestaciones posteriores.

Otro foco de tensión con Bruselas fue la promulgación, a principios de mes, de una ley que restringe duramente los derechos de las personas LGTB+.

Tras los resultados de las elecciones del fin de semana, decenas de miles de personas se manifestaron en Tiflis, la capital, con banderas europeas y georgianas.

El primer ministro, Irakli Kobajidze, insistió en que la «principal prioridad» de Tiflis en «política exterior» era «la integración europea» y dijo que esperaba reanudar relaciones con la UE.

La exrepública soviética está todavía muy marcada por la invasión rusa en una breve guerra en 2008 y por la amenaza de una nueva invasión, como la de Ucrania.

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