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¿Estamos al borde de un desastre radiactivo? El lado oscuro del conflicto entre Israel e Irán

La reciente escalada militar entre Israel e Irán ha encendido las alarmas de la comunidad internacional, no solo por el peligro de un conflicto regional prolongado, sino por las graves consecuencias de los ataques a instalaciones nucleares.

El pasado viernes 13 de junio, Israel lanzó una serie de bombardeos sobre infraestructuras estratégicas iraníes, incluyendo las plantas nucleares de Natanz, Isfahán y Arak.

Uno de los principales temores es el riesgo de una liberación de radiación nuclear, un efecto secundario potencialmente devastador que recuerda los peores episodios de la historia contemporánea, como Chernóbil o Fukushima.

El operativo israelí tuvo lugar en la madrugada, con el objetivo de debilitar las capacidades atómicas y militares de Irán. Entre los blancos se encontraban instalaciones de enriquecimiento de uranio, así como centros científicos y mandos de seguridad.

Aunque Irán asegura que sus programas nucleares tienen fines pacíficos, el Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) ha advertido que, técnicamente, el país podría desarrollar hasta nueve armas nucleares si refina su uranio a grado militar.

Las preocupaciones del Oiea se centran en la posibilidad de que los bombardeos liberen isótopos radiactivos como yodo-131, cesio-134, cesio-137, estroncio-90 y plutonio-239.

Hasta ahora, no se han detectado aumentos en los niveles de radiación en la central de Natanz, según declaraciones del director general del Oiea, Rafael Grossi. Irán también aseguró que su planta nuclear de Bushehr no fue atacada.

«No se ha observado un incremento en los niveles de radiación», informó Grossi, aunque reiteró su preocupación por la vulnerabilidad de estas instalaciones.

Aunque Irán asegura que sus programas nucleares tienen fines pacíficos, el Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) ha advertido que, técnicamente, el país podría desarrollar hasta nueve armas nucleares si refina su uranio a grado militar.

Las preocupaciones del Oiea se centran en la posibilidad de que los bombardeos liberen isótopos radiactivos como yodo-131, cesio-134, cesio-137, estroncio-90 y plutonio-239.

Hasta ahora, no se han detectado aumentos en los niveles de radiación en la central de Natanz, según declaraciones del director general del Oiea, Rafael Grossi. Irán también aseguró que su planta nuclear de Bushehr no fue atacada.

«No se ha observado un incremento en los niveles de radiación», informó Grossi, aunque reiteró su preocupación por la vulnerabilidad de estas instalaciones.

La historia ha demostrado las devastadoras consecuencias de los incidentes nucleares.

Fukushima (Japón, 2011): Provocado por un terremoto y tsunami, liberó grandes cantidades de yodo-131 y cesio-137, contaminando el Océano Pacífico.

Chernóbil (Ucrania, 1986): Una explosión en el reactor liberó isótopos letales al ambiente, con consecuencias sanitarias y ecológicas a escala continental.

Hiroshima y Nagasaki (Japón, 1945): Las bombas atómicas lanzadas por EEUU dejaron más de 200 mil muertos y enfermedades vinculadas a la exposición radiactiva durante décadas.

Aunque no se ha producido una liberación de material radiactivo hasta el momento en Irán, el riesgo persiste mientras continúen los enfrentamientos en torno a infraestructuras nucleares.

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