Regresa a Santa Marta el mayor depredador sexual de niñas
Durante tres décadas la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia, fue feudo del temible jefe paramilitar y narcotraficante Hernán Giraldo, quien impuso su ley a punta de asesinatos, secuestros, torturas y extorsiones, y violó a más de 200 niñas.
Tras su deportación el pasado 25 de enero desde Estados Unidos en donde pagó 12 años de cárcel por narcotráfico, se prendieron las alarmas en Santa Marta, la turística ciudad en donde Giraldo sigue siendo “El Señor de la Sierra”, “El Patrón” o “Taladro”, como se le llama, por su reputación de abusar sexualmente de niñas que vivían en esa zona.
Aunque solo ha reconocido 35 crímenes, son más de 200 los casos documentados de violaciones a adolescentes menores de 15 años, cuando Giraldo lideraba el frente Resistencia Tayrona de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Durante su “reinado presencial” en la Sierra Nevada su ejército privado controló los envíos de cocaína desde el departamento de Magdalena a Estados Unidos y Centroamérica, como determinó la Fiscalía, hasta que, en mayo de 2008 fue extraditado a EEUU.
Giraldo podría quedar ahora en libertad en virtud de que ya cumplió con la pena alternativa contemplada en el acuerdo de paz que firmaron en 2006 el Gobierno del entonces presidente Álvaro Uribe (2002-2010) y las AUC, por el que se acogió, junto a sus 1.160 hombres, a la desmovilización hace hoy 15 años.
A pesar de que estuvo por más de una década tras las rejas a más de 3.000 kilómetros en un centro penitenciario de Virginia (EE.UU.), la estrategia de violaciones de Giraldo, que él justificaba como mecanismo para “perpetuar su linaje”, le permitió desde la distancia continuar siendo el amo y señor de la Sierra Nevada de Santa Marta a través de sus familiares.
Violencia como arma de guerra
Para Giraldo, quien llegó a la Sierra Nevada de Santa Marta con 20 años para ganarse la vida como recolector de café y terminó siendo uno de los más sanguinarios jefes paramilitares, todavía no han concluido los procesos que tiene pendientes en el marco de la Ley de Justicia y Paz con la cual los paramilitares se sometieron, al menos en teoría, al Estado colombiano.
Investigadoras y activistas de derechos humanos como Norma Vera, quien documentó extensamente 201 casos de violencia sexual contra niñas por el que es considerado el “monstruo de la Sierra”, denuncian que son muchos más los delitos que Giraldo no ha confesado.
Uno de los casos a los que se refiere Vera, y que las autoridades no han incluido en los procesos contra Giraldo, ocurrió tras someterse a la justicia cuando estando recluido en la cárcel del Bosque de Barranquilla le llevaban hasta ese centro penitenciario a una niña de 15 años para que la abusara sexualmente.
Vera teme que el exjefe paramilitar quede en libertad sin que confiese todos sus delitos. “Los investigadores hemos insistido que se valide el testimonio de otras víctimas porque él reconoce solamente el abuso sexual a 33 menores de 14 años”, explica, al precisar que algunas ni siquiera habían cumplido los 12.
“Hernán Giraldo violó para tener hijos que perpetuaran su dominio en el territorio. Pasados 20 años, más de 50 de sus familiares han sido extraditados y judicializados como parte de las estructuras (bandas) neoparamilitares del territorio. Han pasado 12 estructuras con la misma política de control, las mismas discursivas y la misma estructura de guerra”, precisa.
Más allá
“Violaba a jóvenes menores de 14 años con unas características fenotípicas específicas: Niñas voluptuosas, de tez blanca, con la intención de dejarlas embarazadas y tener hijos consanguíneos que permitan perpetuar su linaje”, expresa.
Así, para Giraldo, la violación era mucho más que un arma de guerra.
En opinión de la investigadora, la Fiscalía faltó al deber de debida diligencia, se quedó con la información suministrada por el paramilitar y no les garantizó a las víctimas la posibilidad de acceder a una justicia restaurativa.
Además, se construyó una verdad estándar a nivel nacional, que habla de paramilitares que violaban de manera oportunista producto de la dinámica de la guerra.
Poder
Para el sociólogo y analista en temas de seguridad Lerber Dimas, en Santa Marta después de la desmovilización de los grupos paramilitares el posconflicto derivó en la prolongación del mismo conflicto.
“Entre el 2006 y lo que va de este año 13 estructuras delincuenciales ligadas al narcotráfico que han dominado y han hecho presencia efectiva. Todas ellas tienen como elemento central que algún miembro de la familia Giraldo está relacionado”, asevera Dimas a Efe.
Tras la noticia de la vuelta de Giraldo a Colombia, en las redes sociales algunas personas celebraron su llegada. “Qué bueno que llegó el patrón para que venga a poner orden”, se lee en uno de los mensajes.
“Fenómenos como el de Giraldo tienen explicación en la incapacidad que ha tenido el Estado para llegar a las zonas rurales. En Santa Marta el 76 % del territorio está en área rural y allí él fue quien puso energía eléctrica, pagaba profesores, dotaba puestos de salud, construía puentes y daba alimentos a los indígenas. Él se convirtió en un rey”, explica Dimas.
En la vereda (aldea) La Esmeralda, por ejemplo, hay un puente colgante que construyó Giraldo hace muchos años y hoy se está cayendo y aunque las comunidades han hecho cualquier cantidad de gestiones ante la Alcaldía para que lo arreglen no ha habido resultados. “Seguramente llegará Hernán Giraldo y lo arreglará”, alega el investigador.
En existencia
En el Gobierno local aseguran que sigue habiendo “estructuras residuales” derivadas del paramilitarismo de las AUC, pero insisten en que “la fuerza pública les ha hecho frente de forma directa”, según dice a Efe la secretaria de seguridad de Santa Marta, Sandra Vallejos.
“La incidencia en el territorio colombiano de Hernán Giraldo no deteriorará ni afectará la seguridad en la ciudad de Santa Marta y su zona rural, por cuanto mediante el trabajo articulado con la fuerza pública con jurisdicción en el territorio, seguiremos haciendo presencia institucional”, insiste Vallejos.
El caso de Giraldo y sus múltiples crímenes que apuntan a quedar en la impunidad se suma al de otros jefes paramilitares a quienes la extradición a EE.UU. los libró de enfrentar su responsabilidad por los delitos cometidos en Colombia, mientras las víctimas siguen padeciendo las consecuencias de una verdad incompleta.
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