Conozca la historia de Martha: Se aplicará la eutanasia este 10 de octubre
Muchas son las consideraciones sobre el tema de la eutanasia. En algunos países es legal, en otros no. Principalmente los movimientos religiosos y eclesiásticos lo rechazan por considerarlo un acto que atenta contra la vida y el único ser que tiene –de acuerdo con la filosofía teológica- la potestad de dar y quitar vida es Dios o el Creador, Jehová o como lo llamen.
Aquí está un caso muy conmovedor a cerca de la primera mujer con diagnóstico no terminal en Colombia, que se aplicará la eutanasia. La cadena Caracol conversó con ella, sabe que se va a morir el domingo 10 de octubre y se disfruta sus últimos días con mucho entusiasmo y, aparentemente, sin miedo a la muerte. Siga leyendo y se sorprenderá.
Ella marcó la fecha y hora de su muerte: Domingo, 10 de octubre a las 7.00 de la mañana. Es una mujer católica, de 51 años que se convierte en la primera paciente con un diagnóstico no terminal en acceder a la eutanasia en el vecino país. Ella se aferra a la creencia de que “si Dios es amor, no querría verla sufrir”.
Antes de continuar con esta conmovedora historia, contada en dos interesantes audiovisuales, recordemos a qué nos referimos cuando hablamos de eutanasia: La eutanasia activa consiste en la acción deliberada de poner fin a una existencia que se considera fútil, ya por el sufrimiento, ya por hallarse desprovista de significado. Es un acto de «comisión». La muerte se induce mediante acción directa o por el empleo de un procedimiento indirecto.
Se llama Martha Lidia Sepúlveda Campo, vive en Medellín y explica en esos videos la razón que la llevaron a someterse al tratamiento para terminar –antes de tiempo- con su vida.
“Me río más, duermo más tranquila”, dice, y al verla, no denota estar enferma, pero la esclerosis lateral amiotrófica que padece hace casi tres años la han reducido significativamente al punto que apenas puede caminar.
A finales de 2020 los estragos de la enfermedad se hicieron insoportables en ella, principalmente cuando sus piernas dejaron de responderle, ella confiesa que, el 1 de enero pasado celebró a rabiar sus 50 años de vida.
El 23 de julio pasado, la Corte Constitucional de Colombia aprobó el derecho a la muerte digna para pacientes no terminales, algo que para Martha cayó como anillo al dedo dadas sus aspiraciones que las tiene en plena consciencia.
Cuatro días después de dicha aprobación, Martha solicitó el procedimiento, el cual fue estudiado y el día 6 de agosto ya tenía la aprobación para someterse a la eutanasia. Hizo un cálculo y re cálculo de fechas y decidió que sería el día 10 de octubre, cuando se sometería finalmente a la muerte inducida.
“En el plano espiritual estoy totalmente tranquila, soy una persona católica, muy, muy creyente de Dios, pero repito, Dios no me quiere ver sufrir a mí y yo creo que a nadie”. Evidentemente, Martha no encuentra divorcio entre la eutanasia y ese mandato religioso que reza que el único dueño de la vida es Dios.
Para Martha, la vida no es tal cosa si el dolor mata, aturde, hace sufrir. Martha se observa llena de vitalidad, pese a su mal. Sonríe, disfruta cada segundo de vida y cuenta además con el apoyo a muerte de sus once hermanos, quienes consideran que su razonamiento es válido y se lo respetan.
En Venezuela no es legalmente posible
Quien tome esta decisión en Venezuela no está respaldado por la ley, pues en Venezuela la eutanasia está calificada como un hecho punible para quien la aplique.
En Venezuela, en el Código Penal venezolano, hasta ahora vigente, no está tipificada la Eutanasia en ninguno de sus modos ejecutivos, por lo que la realización de ésta sería catalogada como un homicidio.
“Yo entiendo que el dueño de la vida es Dios, nada se mueve sin la voluntad de él, pero él me está permitiendo esto, él me está premiando, porque no voy a estar postrada en una cama”.
Martha razona aún más: “Aferrarse al sufrimiento es egoísmo total. Aferrarse a que mi mamá esté viva, pero sufriendo; un hijo que prefiera tener a su mamá postrada en una cama sufriendo a que descanse de ese sufrimiento es un egoísta, aferrarse a que mi mamá sufra, vaya forma de querer”.
Ya Martha habla en pasado, como si ya estuviese muriendo. No hay tanto formalismo ni predisposición a la muerte digna.
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