Descubre como evitar la procrastinación
“En un rato”. “Mejor, mañana”. “Dame 5 minutos y arranco”. Estas tres frases son solo algunas de las que se pueden aplicar cuando se trata de procrastinar. Es que esta actitud no es otra cosa que el hábito de aplazar una obligación o un trabajo, el cual está relacionado, generalmente, con una pérdida de tiempo. Sin embargo, pese a que se la asocia con pereza, dos especialistas advirtieron que esta situación no se debe vivir con culpa ya que, en verdad, se trata de un síntoma de incomodidad emocional.
Es más, lejos de convocar a ejercerla sin límites, las expertas impulsan a observar algunos aspectos del trabajo cotidiano para encontrar qué nos está queriendo decir nuestro cerebro cuando procrastinamos. Liz Fosslien y Mollie West Duffy se dedican a entrenar equipos y líderes para desarrollar habilidades y hábitos para desbloquear el potencial personal y, además, son coautoras de Big Feelings: How to Be Okay When Things Are Not Okay (Grandes sentimientos: cómo estar bien cuando las cosas no están bien).
Pero más allá de las credenciales, lo cierto es que estas expertas son las que pusieron bajo la lupa a la procrastinación, aunque con otro lente. Según señalaron, el desafío es identificar el tipo de incomodidad que se está experimentando a menudo y hallar la forma de abordarlo y, al hacerlo, eliminar el deseo de seguir postergando la tarea.
Además de estas autoras, existe un cuerpo importante de trabajo en el área de la psicología que advierte sobre el perfeccionismo y al miedo como las razones detrás de la postergación de las tareas. “Un tema constante para las personas que han comenzado a combatir la procrastinación es dejar de lado la idea de que todo lo que publican debe ser un trabajo A+. En realidad, es un músculo que la gente necesita desarrollar”, dijo Fosslien.
En su libro, las expertas hacen una pintura con anécdotas y textos académicos que reflejan los sentimientos incómodos que genera la procrastinación y delinearon dos tipos de acciones dilatorias y qué utilidad se les puede sacar al ser consciente de ello.
1- Problemas para comenzar
Sobre este primer punto, las expertas indicaron que están relacionadas con tres causas fundamentales.
No saber por dónde empezar: es difícil comenzar una tarea cuando no se tiene idea de cómo dar el primer paso. A veces se trata de tareas muy poco precisas o intimidantes para quien deben encararla
-Sentirse inadecuado: nos ponemos metas, pero sentimos que es un lugar que no nos corresponde y eso frena el inicio. Aquí, la calidad del trabajo no es el problema. Se trata más de lo que la gente pensará de uno por entrar en un espacio que se supone de otras personas. Este sentimiento es especialmente común entre los grupos históricamente subrepresentados o marginados. Es muy parecido al síndrome del impostor.
C-No desear hacer una tarea: nos resistimos al trabajo que consideramos poco valioso, por ejemplo, escribir informes de estado que nadie realmente leerá. Por fuera, puede parecer que estás holgazaneando en el trabajo. Pero por dentro, existe un conflicto y es por eso que cuesta iniciar la tarea.
2- Problemas para terminar
Sobre este otro punto, las dos especialista indicaron que, cuando existe suficiente tiempo para realizar una tarea pero resulta muy difícil llevarla a la meta, la raíz del problema puede ser simplemente el miedo.
Miedo a que a los jefes, los clientes, el público, las personas en general no les guste ese trabajo así que el cerebro busca formas de evitar esa mala experiencia. “Te estás poniendo tanta presión (para que sea perfecto) que la idea de sacarlo a la luz puede ser muy aterradora”, aseguró Fosslien. Embellecer demasiado un trabajo antes de mostrarlo al mundo lo hace menos abierto a la retroalimentación. Pasar tanto tiempo trabajando en un proyecto que concuerde con la definición que uno tiene de la perfección hará que luego, hasta una observación trivial, se sienta como personal, dijeron.
En tanto, otra de las tácticas dilatorias más habituales es trabajar en todo lo que no sea aquello que se debería estar terminando. Las autoras consideraron que esto es algo así como la típica excusa de los escolares: “El perro se comió la tarea”.
Cuál es la utilidad de la procrastinación
Según Fosslien y Duffy, la dilación es un síntoma de incomodidad emocional y esa es la forma en que el cerebro indica lo que se necesita en ese momento. El truco está en reconocer e interpretar la procrastinación de cada uno de la manera correcta. Y para poder detectarlo, las autoras revelaron varias pistas para decodificarlo
Si se siente miedo: suele ser un signo de perfeccionismo. En palabras de Fosslien, “muchas personas dijeron que nunca se dieron cuenta de que eran perfeccionistas hasta que su terapeuta se lo señaló. Pero cuando pensaron en ello, todo hizo clic”. Es por este motivo que aquí es necesario aclarar algo: el perfeccionismo no se trata de la calidad del trabajo, sino de la presión que uno mismo se impone. Uno se siente tan nervioso con lo que los demás pensarán de nuestro trabajo que es difícil terminarlo e incluso, a veces, comenzarlo.
Asimismo, Fosslien admitió que superar el perfeccionismo puede ser un proceso lento, por lo que sugirió practicar el hábito de “dejarlo ir”. Pero ¿cómo hacerlo? Primero conviene comenzar a mostrar pequeños trabajos a un colega o amigo de confianza cuando esté terminado en un 80%. Esta acción le permite practicar la recepción de comentarios en un punto en el que está emocionalmente preparado para absorberlo porque, además, se estará a tiempo de generar correcciones y cambios de rumbo. En segundo lugar, cambiar el monólogo interno de “necesito ser perfecto en X” a “soy una persona que está aprendiendo a X”. El progreso es más importante que la perfección y tener una mentalidad de crecimiento.
-No se ve el valor de la tarea y se siente como apatía: se trataría de un signo de agotamiento. Hasta encontrar una forma de descansar (la mente y/o el cuerpo) sirve encontrar significado en el trabajo que se lleva adelante. Las autoras indicaron que “no tienes que salvar el mundo. El simple hecho de poner comida en la mesa de su familia o ahorrar para las vacaciones de sus sueños es significativo”.
-No se ve el valor de la propia tarea: las expertas consideraron que esto es una señal de que se necesita tener una conversación con el jefe y/o el equipo. Ya sea que el problema sea un desacuerdo en la estrategia o que no se desea hacer una tarea por otros motivos. Recomiendan presentar el caso para dejar de hacerlo o cambiar la forma en que se lo está realizando utilizando datos para respaldar las afirmaciones siempre que sea posible.
-Sentirse inadecuado: una vez más, la procrastinación será un aviso para examinar de dónde provienen esos sentimientos de insuficiencia. Puede ser que se necesite un impulso de confianza. O bien, podría ser una señal de que se está trabajando en un entorno tóxico que genera ese sentimiento de inferioridad.
Si la tarea es muy poco clara: es necesario pedir una aclaración. Es por eso que las expertas resaltaron que, con frecuencia, esto puede ser una experiencia estresante y humillante, según el entorno de trabajo del que se trate. De todas formas, indicaron, habrá menos presión por hacer preguntas que por entregar un trabajo incorrecto o no entregar nada.
-Si la tarea se siente abrumadora: si una tarea es demasiado grande será mejor dividirla en partes más pequeñas, recomendaron las expertas. Esto contribuye en gran medida a desmitificar los trabajos muy grandes. Cuando lo ve dispuesto pieza por pieza, averiguar por dónde empezar es mucho más fácil.
-Si es una tarea creativa: en este caso, demorar el trabajo es una señal de la necesidad de encontrar inspiración y un enfoque propio. Las autoras recordaron que el compositor, actor, cantante, dramaturgo y productor estadounidense, Lin-Manuel Miranda es un postergador admitido: “La incubación es una parte importante del proceso creativo… No conozco otra forma de evitarlo”.
Cuál es la importancia de escuchar lo que la procrastinación tiene para decir
Fosslien y Duffy advirtieron que lo habitual es que, cuando uno se siente demorando las tareas, tiende a etiquetarse a sí mismo de perezoso y sentirse mal por esto. Una respuesta más saludable, dijeron, es hacer una pausa y reflexionar: “¿Por qué estoy tan ansioso por dar el siguiente paso? ¿Qué es lo que realmente se interpone en el camino?”
Los importante ante la procrastinación es abordar la incomodidad emocional que está en el centro del asunto y causa esa dilación. Si se puede identificar y modificar será más sencillo encarrilarse en las tareas.
Agencia