Bartomeu se niega a renunciar y dice que Messi debe retirarse del club
Entre errores de gestión y de planificación, el presidente Josep María Bartomeu fue agotando progresivamente todo el crédito que había acumulado con la obtención de Barcelona del triplete en 2015. Pasó de aquella gloria que le permitió ganar las elecciones a la erosión de un mandato amenazado por mociones de censura y pedidos de renuncia.
Bartomeu hace política de supervivencia para llegar a las elecciones de marzo y cumplir con los plazos institucionales de entregar el poder al nuevo presidente a mediados de 2021.
“No hay motivos para renunciar. No es un buen momento para dejar el club en manos de un gestor”, expresó el lunes 26 de octubre Bartomeu, que tuvo en Lionel Messi a uno de los cuestionadores más temibles por el peso específico del N° 10 en el club y la resonancia de sus quejas.
Entre las múltiples averías que sufre su gobierno, Bartomeu pudo evitar in extremis lo que hubiese significado un hundimiento histórico: quedar como el presidente que había causado la intempestiva salida de Messi del club que lo cobija desde hace casi 20 años.
Bartomeu le ganó a Messi la batalla por el burofax. Hizo valer los plazos legales que obligan al rosarino a cumplir con el contrato que vence en junio de 2021.
“Pusimos por delante los intereses del club, no queríamos perderlo para que fuera a reforzar a un rival directo. Había una fecha límite para que anunciara de manera unilateral si seguía o no. No lo hizo y acá está. La prioridad era que Messi estuviera en el nuevo proyecto y decidí no afrontar una discusión dialéctica”, expresó el dirigente.
Bartomeu es un resiliente a todas las crisis de su gestión: “Por el caso Messi nunca se me pasó por la cabeza dimitir”.
Tiene expectativas futbolísticas que Messi descartó en las semanas posteriores al duro 8-2 sufrido contra Bayern Munich: “Para Barcelona, para el club, para el equipo, tener a Messi y que se retire aquí es la mejor opción para todos. El proyecto es muy interesante, con jóvenes y veteranos. Y creo que con él vamos a ganar algún título esta temporada”.
Fue comprensivo con el malestar del rosarino tras los fracasos deportivos de la temporada pasada. “En el caso de Leo es bueno enojarse porque no es bueno aceptar las derrotas. Todos nos hemos enojado. Entiendo las posturas de todo el mundo. Lo importante es empatizar. Tomamos una decisión aceptando el desgaste”, dijo.
Desmintió que su intención encubierta fuera provocar la salida de Messi para bajar la enorme baja salarial de un club que afronta serios problemas económicos. “Se me acusó de forzar su adiós para salvar las cuentas. Pues no, siempre pensamos que Leo debía quedarse en Barcelona. Todos queremos que se retire acá”.
Messi mantiene un hermetismo público que impide conocer cómo está procesando este nuevo ciclo futbolístico, del que forma parte a regañadientes. Si se acerca a sus exigencias o si, ya sin ataduras contractuales, retoma a partir de enero su voluntad de negociar con otro club. Todo está por dilucidarse, en la cancha y en los despachos. Las elecciones del año próximo sacarán de la escena a Bartomeu y alumbrarán nuevas autoridades, que tendrán como misión seducir a Messi. Gerard Piqué expresó recientemente que le aconsejó al rosarino tener paciencia cuando lo enfrentó a Bartomeu: “Le dije que aguantara, que en un año llegaba gente nueva al club”.
No se sabe si Messi comparte el optimismo del presidente, en relación a que están en condiciones de ganar algún título. La derrota por 3-1 en el clásico contra Real Madrid expuso a un equipo con lagunas, intermitente, mientras Ronald Koeman sigue acomodando piezas y modificando planteos.
En cinco partidos por la Liga de España ya suma dos derrotas, y en la Champions League -mañana se enfrentará con la Juventus en Turín- no está entre los candidatos, en buena medida porque esta actualidad no parece muy superadora de los antecedentes que terminaron en sonoras derrotas en Turin, Roma, Liverpool y Lisboa.